Recientemente regresando de China continental estuve en el aeropuerto de Hong Kong. Como muchos centros internacionales, estaba lleno. Estaba repleto de gente de todos los rincones del mundo. La variedad en la vestimenta y el habla fue una alegre distracción, sentarme y ser testigo me hizo volver a una verdad muy básica: -Detrás de esa máscara todos somos en realidad iguales. No importa cuál sea su apariencia o sus creencia, la conclusión común es que todos venimos del mismo lugar y que todos vamos al mismo sitio.
Creer cualquier otra cosa es alimentar la creencia en la separación, es decir que de alguna manera somos fundamentalmente diferentes y cambiantes. Es cierto que hemos tomado algunas decisiones interesantes sobre nuestro sexo, nuestros cuerpos y nuestros caminos, pero aún así seguimos siendo los mismos. Para mí, estas opciones son una fuente de curiosidad sin límites que hace que observar a la gente sea una delicia. Sin embargo, empezar a creer que no todos estamos conectados, y que no somos fundamentalmente lo mismo, es aplicar la creencia en la separación y con la separación llega el miedo.
Así entramos en un círculo vicioso, ya que cuando experimentamos el miedo, nuestra mente nos dice que es porque estamos demasiado cerca de la fuente de nuestro miedo. Sin embargo el hecho de separarnos no nos hará sentirnos más seguros. Creativos como somos, hemos aprendido muchas maneras de separarnos. Por lo general, comenzamos con distanciarnos de lo que sea o quien sea. Luego construimos muros de todo tipo; apagamos a las personas e incluso al mundo y, sin embargo, todavía no nos sentimos seguros y eso se debe a que el miedo es el resultado de la distancia que hemos creado: ¡el miedo es el resultado de la separación y el desconocimiento!
En el corazón de cada problema está alguna forma de separación, alguna creencia en la desconexión. Para que seamos efectivos en la solución de nuestros problemas, problemas familiares, problemas de la empresa e incluso problemas mundiales, necesitamos terminar con la separación. Lo hacemos por nuestra voluntad de ser sinceros, de ponernos en el lugar de los demás. La intimidad puede despertar grandes temores para nosotros, pero eso es siempre cuando no estamos siendo sinceros; desde esa posición de miedo podemos convencernos de muchas razones para no acercarnos. Pero para aquellos que han tenido el coraje de cerrar la brecha, de tener intimidad con todos, nunca retrocederían. Es cierto que hay muchas áreas de nuestras vidas con las que debemos aprender a tener intimidad, pero es útil comenzar con los pequeños pasos, aquellos que están cerca de usted y luego reunir el coraje para llegar a ser verdaderamente una persona íntima y sincera.
En este momento el mundo realmente necesita algo de acercamiento e intimidad; realmente necesita que se derriben algunos muros, que se vean algunas diferencias por lo que realmente son y no una razón para el miedo. Para mí, es útil recordar que cada vez que quiero condenar o ver diferencias en otros, debo recordar que no estoy en lo correcto. Porque, ¿cómo podría tener razón al respecto y seguir creyendo que todos somos iguales? Tiempo para hacer una elección.
Con amor
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