En nuestro Facebook Live de las 19:00 la semana pasada hemos estado revisando el tema psicológico y emocional del sacrificio, uno de mis temas favoritos de siempre. Nuestro camino hacia el sacrificio es más o menos así: en un momento de angustia en la primera infancia, alguien a nuestro alrededor, probablemente un padre o hermano, necesitaba nuestra ayuda y en ese momento tratamos de aliviar su dolor amoldandonos. Ese padre puede haber estado enojado, abrumado, perdido en el dolor, cualquier cosa, pero en ese momento decidimos metafóricamente dejar de vivir nuestra propia vida. Desechamos el regalo que realmente habría ayudado y en su lugar tomamos la decisión: – “de ahora en adelante, para hacer frente a esta situación, no puedo ser mi verdadero yo. Tengo que sacrificar eso y en su lugar: ser útil / estar tranquilo / ser bueno / estar solo / hacer caso y así sucesivamente… »
Entonces, ¿cuántos de nosotros ahora, como adultos, creemos que no podemos tener una vida propia y estar en una relación? Las raíces de nuestro sacrificio original aparecen en el presente cada vez que creemos que estamos asumiendo una carga, o nos sentimos atrapados en una bola con cadena de una relación, o somos incapaces de expresarnos completamente porque tememos la reacción de otra persona.
Si bien es cierto que cada relación tiene un elemento de sacrificio, el punto de peligro llega cuando esta dinámica se polariza, y un compañero hace todo el sacrificio y la entrega aparente (¿cómo puedo ayudar a satisfacer sus necesidades?), mientras que el otro hace todo la indulgencia (¿cómo puedo satisfacer mis propias necesidades?). Cuando vivimos en sacrificio estamos dando de mil maneras diferentes, pero debajo estamos tratando de tomar algo como el aprecio, el respeto o el amor; y nos sentimos resentidos y enojados cuando pensamos que no se nos da.
¿Te imaginas deshacerte de estos grilletes y vivir una vida natural, libre y sin restricciones? Este es el propósito de nuestras relaciones, aprender sobre dar y recibir de verdad, encontrarnos y disfrutar de la vida en toda su riqueza y jugosidad.
Entonces, ¿cómo renunciamos a un patrón de sacrificio? En primer lugar, debemos reconocer que cualquier sacrificio en el presente es un eco del pasado. No se trata de su actual pareja o familia, está repitiendo un patrón emocional, uno que puede cambiar en el presente si lo desea.
Y en segundo lugar, debemos recordar que nadie nos puede sacrificar. Lo elegimos nosotros mismos en primer lugar, y seguimos eligiéndolo. Es como si hubiéramos encerrado nuestro yo confiado, exuberante, salvaje y libre. Con esa parte de nosotros en prisión, ¿cómo podemos realmente disfrutar y disfrutar de algo, incluida nuestra participación en la vida y nuestra sexualidad como expresión de la energía vital?
Tómese un momento y piense en cualquier área de su vida donde sienta como una carga, que sienta como si estuviera sacrificándose y no viviendo su propia vida. Ahora reconozca que tiene el poder de hacer una elección diferente y elija qué es lo que está dispuesto a dar o no dar. ¿Estás preparado para liberarte del sacrificio y recuperar tu vitalidad y coraje, tu atractivo y tu energía sexual, todo?
Con amor,
Sue y Jeff Allen
